Cómo gestionar en tiempos de crisis y aprender de las experiencias del líder y fundador.
En una entrevista con Somos Pymes, Pablo Loyola, vicepresidente del Instituto Argentino de la Empresa Familiar (IADEF), explicó como funcionan las firmas del rubro y las posibilidades de éxito que encuentran dentro de la coyuntura económico local.
Factores clave para las PyMEs familiares en Argentina
«Una PyME familiar es mucho más que una compañía manejada por una familia», afirmó el consultor de Empresas Familiares Certificado CEFC. «Es una organización donde la propiedad y la gestión están, en algún nivel, en manos de integrantes familiares -ya sea en la conducción diaria o en el Directorio-, y donde existe un deseo explícito de continuidad entre generaciones», puntualizó.
«No alcanza con que la empresa haya sido fundada por una familia: lo que la define es que sigue involucrada y comprometida con el rumbo del negocio», ilustró al respecto. Y aclaró: «En muchas de ellas conviven dos o más generaciones que buscan sostener y proyectar un legado compartido.
En las empresas familiares se mezclan dos fuerzas poderosas: la del trabajo y la del legado. «Cuando esas dos energías se alinean, surgen compañías con una identidad muy fuerte, con propósito y con raíces profundas», enfatizó el especialista. «Son, en definitiva, las que sostienen buena parte del entramado productivo argentino», completó.
Acerca de los problemas que existen entre los integrantes de la familia, Loyola expresó: «La receta no es mágica, pero sí muy humana: conversar, acordar y respetar los espacios». «Una empresa familiar funciona mejor cuando sus integrantes logran entender que ‘la familia es familia’ y ‘la empresa es empresa’. Hay temas que se tratan en la mesa de trabajo y otros que se dejan para el domingo al mediodía», sentenció.
Según el representante de IADEF, «ayuda mucho establecer acuerdos claros: quién decide qué, cómo se comunica, qué se espera de cada rol. Distinguir si se participa como familiar, socio, directivo o empleado evita confusiones y conflictos innecesarios». «También es importante que la compensación económica esté alineada con esos roles: quien trabaja cobra un sueldo, quien dirige percibe honorarios, y quien solo es socio participa de las utilidades».
«Y, sobre todo, profesionalizar sin perder cercanía. Incluir reuniones formales, objetivos compartidos y planificación de la sucesión -para preparar con tiempo a quienes seguirán la historia-, pero sin perder el mate, la confianza y la pasión que le dan ese ADN tan particular a las empresas familiares».
Supervivencia ante los vaivenes económicos
«Si hay algo que caracteriza a las empresas familiares, es su resiliencia. Han atravesado crisis, inflaciones, cambios de reglas y siguen de pie», comentó, por su parte, Sergio Messing, responsable del Área de Comunicación de IADEF. «Eso pasa porque tienen una mirada de largo plazo: no trabajan solo para ‘cerrar el año’, sino para sostener una historia que empezó antes de ellos y que quieren que siga después», ilustró.
«La fortaleza está en el sentido. Cuando una familia empresaria sabe para qué hace lo que hace, encuentra en los vínculos, la confianza y el compromiso un motor mucho más fuerte que cualquier coyuntura», definió el consultor de Empresas Familiares Certificado CEFC en diálogo con Somos Pymes. Y especificó: «La resiliencia no es resistir sin moverse: es adaptarse sin perder la esencia. Y las empresas familiares son maestras en eso».
«También enfrentan el reto de la comunicación: poder decirse las cosas a tiempo, sin que el afecto o la confianza se conviertan en excusas para evitar los temas difíciles», graficó. «Cuando una familia logra trabajar con acuerdos, con visión compartida y con respeto por la diversidad de miradas, la empresa se vuelve más fuerte», exclamó Messing. «En definitiva, el desafío no es solo sostener un negocio, sino construir una historia que valga la pena seguir contando», concluyó.
Fuente: Somos pymes
